“¡Señores la gasolinera está encendida!”. “¡Traigan los tramos!”. “¡Estamos listos!”. “¡Vamos señores que se queman, la gasolinera está encendida!”.
Los gritos retumban en la oscuridad en lo alto de la Academia de Bomberos de Guayaquil ‘Crnl. Gabriel Gómez Sánchez’. Son las 20h00 del miércoles 23 de enero y un grupo de 25 bomberos voluntarios arma las líneas (mangueras) correctamente ante una estación de combustible que, en un ejercicio de simulación, está ardiendo en llamas. Minutos antes, los intrépidos voluntarios trasladaron los tramos desde la unidad de combate U-4 de la Compañía Sirena que los abastecería para hacerle frente a la emergencia.
Los minutos pasaban y los bomberos bien equipados con sus trajes de combate contra incendios, se colocaban en posición para enfrentar el fuego. En medio de ellos, una voz los alentaba: “¡Vamos a trabajar!», exclamaba el Mayor Medardo Silva, jefe de la II Brigada e instructor en el tema de abastecimientos.
Todo está oscuro. Apenas tres bomberos encienden, por varios minutos, sus linternas adheridas a sus cascos. La luz les ofrece minutos para solucionar algún procedimiento que no se haya realizado correctamente.
La práctica forma parte de la preparación de los voluntarios que se inscribieron en el “Curso de Bomberos 2”, el siguiente nivel una vez que se ha aprobado el de aspirantes a bomberos. Aquella noche, luego de la práctica, debían ver también mangueras y chorros. Andrés Haz, Capitán del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil e instructor de la Academia, señala que el curso es exclusivamente de aprobación. “Tenemos un personal que ya tiene un año en la institución y ya debe haber hecho sus prácticas en su compañía”, señala Haz, quien agrega que en el curso refrescan, actualizan y aplican sus conocimientos.
Teoría del fuego, seguridad del bombero, peligros respiratorios, equipos de aire, escalas y técnicas y tácticas de operaciones contra incendios son parte de la malla que reciben los voluntarios en el curso arrancó el lunes 20 y que culminará este sábado 25 de enero, en la misma Academia, con una práctica final. “Nos preocupamos bastante en medir el tiempo de respuesta. Porque tú llegas a un incendio y la gente lo que primero quiere ver es que eches agua, sino te quieren linchar. Es importante también hacer una búsqueda de personas porque si hay alguien adentro, podrías quemarla con el vapor a la hora de echar agua”, explica Haz.
Mientras tanto, en el campo de trabajo, el grupo de cursantes ya recibió el abastecimiento. Apuntaron el pitón hacia la estación de combustible y trabajaron en el control de la emergencia. La práctica termina y el grupo vuelve al aula con la cabeza agachada tomando aliento. Ahí recibieron la retroalimentación de su instructor Silva, quien al mismo tiempo los motiva a seguir preparándose. Con varios ejemplos de casos de emergencias, el jefe de la II Brigada, explica lo importante que es el abastecimiento y el relevo en una situación real.
Hugo Castillo, bombero voluntario desde hace 15 años y colaborador de la división rescate, considera importante actualizar los conocimientos para tener más dinamismo cuando ocurran emergencias. A María Laura Flores, de 22 años y suboficial en la compañía Aspiazu No. 18, en cambio le gusta la manera de explicar de los instructores. “Como bomberos nunca terminamos de aprender, por eso es necesario tomar este tipo de cursos”, dice al tiempo que aconseja a los jóvenes ingresar a la institución pues “no se trata de un hobbie, sino de un estilo de vida”. Para Raúl Salcedo es excelente porque “reforzamos lo que ya hemos visto en el curso de aspirantes”.
La puerta del salón se cierra. Los cursantes han tomado un brevísimo receso. Son las 21:09 y es el turno del Capitán Christian Acuña. Con él verían mangueras y chorros hasta las 22:00.