Resaltar los años de servicio de la capitán Ana María Wiesner Flor (43), dentro del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, se resume en constancia y pasión, los cuales la llevaron a ser la primera mujer bombero de esta institución.
Es madre de Ana Paula (15) y Sebastián (12). Su esposo, Marcelo Correa, también perteneció a la institución y llegó a poseer el rango de teniente.
La capitán ingresó en el año 1994 cuando tenía tan solo 19 años. Desde ese entonces su vocación por el voluntariado no se ha extinguido. Cuenta con mucho orgullo que su abuelo, Sixto Díaz Cruz, fue suboficial, “era un bombero dedicado a la institución, pero sobre todo comprometido a servir a la ciudadanía”.
Añade que fue él quien la impulsó a ser parte de las filas de esta benemérita institución. Además, su amigo el capitán Gerald Jácome compartía de sus experiencias de las emergencias con la capitana, por lo que ella mostró gran interés en los bomberos. “Tuve curiosidad de saber más de la institución, de la forma en la que en ese entonces se acudía a las emergencias”, añadió.
Para la capitán, el voluntariado lo tenía muy en claro. El servir en diferentes aspectos a la comunidad no era un inconveniente, pero sí el medio machista que en ese entonces se vivía. Sin embargo, es algo que recuerda con jocosidad y como anécdotas que la forjaron a ser la mujer que es hoy en día.
Enfatiza que el voluntariado como bomberos va más allá del género o los rangos que se obtengan con el pasar del tiempo. Es la actitud y aptitud con la que se acude al llamado de auxilio, que va de la mano con el trabajo en equipo que ha permitido al Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil cumplir 181 años de responsabilidad con la comunidad.
La capitán Ana María Wiesner perteneció a la Compañía “Genaro Cucalón Jiménez” No.30 y actualmente está a órdenes de la Primera Jefatura. Se retiró temporalmente durante 9 años de la institución por motivos familiares, y retomó hace poco más de 2 años la actividad bomberil y con ello el trajín de las emergencias. “El voluntariado es estar dispuesto a brindar nuestra ayuda en cualquier adversidad que se presente día a día. Es un estilo de vida que vamos forjando y perfeccionando con el tiempo. Podemos colaborar de diferentes formas, no solo se ayuda combatiendo fuego”, manifestó la capitán Wiesner.