Año a año durante las festividades de Navidad y Fin de año, el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil promueve una cultura de prevención de emergencias provocadas por la manipulación de explosivos.
Por ello, hoy lanzó la campaña denominada: “Basta un boom, para cambiar tu vida”, cuyo objetivo es crear conciencia sobre las consecuencias del uso de estos artefactos, tanto en la parte psicológica como física, haciendo énfasis en que un pequeño descuido puede causar quemaduras o la mutilación parcial o total de órganos y miembros del cuerpo, con lo cual cambia la vida de una persona para siempre.
Es lo que les ocurrió a Luis Chávez Villafuerte (30), Giusseppe Escandón López (28) e Israel Carrera (29), los tres jóvenes que intervienen en el video que se difundirá por medios televisivos y redes sociales.
“Fue una camareta que me reventó. Desde niño hacía esto, recuerdo que jugábamos con mis amigos, nosotros reventábamos el año viejo y después nos entreteníamos con los explosivos”, relató Giusseppe Escandón, quien el 1 de enero de 2012 perdió sus dos manos. Actualmente, posee dos prótesis fabricadas por él. Han pasado casi 7 años del accidente, y espera poder ayudar a concienciar que los explosivos no son un juego.
De su lado, Israel Carrera tenía 23 años cuando, un 1 de enero, una camareta le quitó una mano. Señala que era parte de la tradición reventar explosivos con sus amigos, y entre más grandes y peligrosas, llamaban más su atención. “Todos los fines de año, desde los 16 años, jugaba con explosivos, era una tradición. Empecé con 12 camaretas, luego 25 y luego uní más, y minutos después ocurrió el accidente”. Las consecuencias lo marcaron, pero tenía muchos motivos por salir adelante, entre ellos sus hijos. “Mi esposa estaba embarazada cuando me pasó el accidente. No me dejé caer porque mi hija estaba por nacer”, añadió.
Luis Chávez Villafuerte, quien también resultó afectado, tenía 16 años cuando una camareta le explotó en la mano, y le quitó sus sueños de ser piloto de avión. Recuerda que como todo adolescente, vivía las festividades a lo grande y el fuerte sonido de las camaretas lo entretenía. “Queríamos hacer bulla, nos gustaban los explosivos. Era divertido, pero no nos percatábamos de lo que estábamos haciendo”.
Luis, Giusseppe e Israel actualmente celebran las fiestas sin pirotecnia y transmiten a otros jóvenes su fatal experiencia con la finalidad de prevenir. “No usen explosivos, las consecuencias son desastrosas y te marcan de por vida. No dejen a sus niños usar camaretas o fosforitos, los niños no saben lo peligroso que son”, comentó Luis Chávez.
Según las cifras proporcionadas por los Hospitales de Niños Dr. Roberto Gilbert y Francisco de Icaza Bustamante, la mayoría de los afectados son niños mayores de 10 años. En enero de 2018 hubo un total de 36 afectados.
La campaña se difundirá a través de medios de comunicación, charlas educativas, ferias comunitarias, y sitios de concentración masiva como centros comerciales, Terminal Terrestre, entre otros.
Del mismo modo, esta benemérita institución reafirma su postura con respecto a los monigotes gigantes. Recomienda no quemarlos, sino desarmarlos y trasladarlos como desecho para evitar emergencias y que la celebración se realice de manera segura y controlada.
Es importante recordar que la Ley de Defensa contra Incendios establece sanciones para quienes fabriquen juegos pirotécnicos y no cumplan la norma. En tanto, el artículo 361 del Código Integral Penal, sobre las Armas de fuego, municiones y explosivos no autorizados, señala que “La persona que fabrique, suministre, adquiera, comercialice o transporte, sin la autorización correspondiente, armas de fuego, sus partes o piezas, municiones, explosivos, accesorios o materias destinadas a su fabricación, será sancionada con pena privativa de libertad de tres a cinco años”. La ciudadanía puede reportar la venta o fabricación ilegal de pirotecnia a través del 911.
Abnegación y disciplina